El cementerio de Ed Warren
A principios del siglo XVIII se ideó una nueva prueba para la detección de brujas. Si se lanzaba a una mujer sospechosa a las rápidas aguas del río Connecticut y se ahogaba, quedaba demostrado sin sombra de duda que no era una bruja. Si sobrevivía, es decir, si sabía nadar, entonces era una bruja.
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