Breviario de podredumbre de E. M. Cioran
(Señor, dame la facultad de no rezar jamás, líbrame de la insania de toda adoración, aleja de mí esa tentación de amor que me entregaría para siempre a Ti. ¡Que el vacío se extienda entre mi corazón y el cielo! No deseo ver mis desiertos poblados con Tu presencia, mis noches tiranizadas con Tu luz, mis Siberias fundidas bajo Tu sol. Más solitario que Tú, quiero mis manos puras, a diferencia de las tuyas, que se ensuciaron para siempre al modelar la tierra y al mezclarse en los asuntos del mundo. No pido a Tu estúpida omnipotencia más que respeto para mi soledad y mis tormentos. No tengo nada que hacer con Tus palabras; y temo la locura que me las haría escuchar. Dispénsame el milagro recoleto de antes del primer instante, la paz que Tú no pudiste tolerar y que te incitó a labrar una brecha en la nada para inaugurar esta feria de los tiempos, y para condenar así al universo, a la humillación y la vergüenza de existir.)
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