La casa de las voces de Donato Carrisi
Al oír la llamada, la niña abrió los ojos de par en par. Y en ese mismo instante, sintió miedo. Alguien había venido a visitarla mientras se iba quedando dormida. Podía ser alguno de los antiguos habitantes de la casa; a veces charlaba con ellos o los oía moverse como ratones, rozando las paredes.
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