Dona Ter
Mi abuela solía decir que mientras bailas no te duelen los pies. Y esos días bailé como nunca en mi vida y sentí todo hasta un extremo que nunca imaginé posible; pero nada de dolor. Eso explica por qué ahora sí duele. Duele la piel que añora sus caricias. Los recuerdos que han enraizado en lo más profundo. Me duelen los besos que mueren sin encontrarse con sus labios. Duele porque he dejado de bailar. Un dolor que me recuerda que fue real. Breve comparado con la inmensidad del tiempo. Insuficiente para mi necesidad de estar con ella.
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