El club del amanecer de Don Winslow
Los surfistas se definían a sí mismos en contraposición a la cultura dominante. No son para ellos los trabajos de nueve a cinco, los trajes de franela gris, las casas adosadas, los dos hijos, los jardines muy cuidados, los columpios y la entrada para coches. Surfear era liberarse de todo aquello. El surf era sol, arena y agua; era cerveza y tal vez un poco de hierba. Era el tiempo eterno, porque el surf sigue los ritmos de la naturaleza, en lugar del tiempo de los relojes de fichar de las empresas.
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