Antes de las lluvias de Dinah Jefferies
Pero lo que empezó a latirle en las venas fue el tamborileo hipnótico, el ritmo que se entrelazaba con la gente, que baila sin dejar de arrojar polvo de colores. Nubes de todas las tonalidades iluminaban el aire (rojo, azul, verde y amarillo), se arremolinaban, volaban en grandes bocanadas y flotaban sobre sus cabezas. Era como si el cielo hubiese decidido abrir su caja de pinturas y vaciar los colores sobre el mundo, a sus pies.
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