El descubrimiento de las brujas de Deborah Harkness
Las únicas criaturas en el mundo que Sarah tomaba en serio eran las otras brujas. Los humanos le parecían pequeños seres infelices, ciegos al mundo que los rodeaba. Los daimones eran eternos adolescentes en los que no se podía confiar. Los vampiros estaban muy por debajo de los gatos y por lo menos en un escalón inferior al de los perros de la calle en la jerarquía de criaturas que ella establecía.
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