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El libro de la vida de Deborah Harkness
-Cariño, vosotros erais mucho más que amantes malditos, y entiendo lo romántico que puede ser sentir que estáis solos contra el resto del mundo -dijo Sarah con una risilla-. Al fin y al cabo, Em y yo éramos amantes malditas. En el estado de Nueva York en la década de 1970, nada más maldito que dos mujeres enamoradas. - Su tono se volvió más serio-: Pero el sol siempre vuelve a salir. Los cuentos de hadas no hablan demasiado sobre lo que les ocurre a los amantes malditos a plena luz del día: simplemente hay que encontrar la manera de ser feliz.
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