Siempre el mismo día de David Nicholls
Creo que cuando estás en el instituto y no eres ni brillante, ni atractivo, ni popular, ni lo que sea, y un día dices algo que hace reír a otra persona, bueno, es como que te aferras a eso, ¿no? Piensas: bueno, corro de forma torcida, parezco idiota, tengo la cara redonda y los muslos grandes y no le gusto a nadie, pero al menos puedo hacer reír a la gente. Y el sentimiento de hacer reír a alguien es tan maravilloso que quizá te vuelves un poco dependiente de eso. En fin, empiezas a pensar que, si no eres gracioso, no eres... nada.
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