Siempre el mismo día de David Nicholls
Claro que todavía no tiene novio, pero no le molesta. De vez en cuando, muy de vez en cuando, a las cuatro de la tarde de un domingo lluvioso, por ejemplo, siente que la soledad la golpea como una ola de pánico y la deja sin aliento. Una o dos veces ha llegado a levantar el teléfono para asegurarse de que no estuviera estropeado. A veces piensa en lo bonito que sería que el teléfono la despertara en mitad de la noche: "súbete a un taxi ahora" o "necesito verte, tenemos que hablar". Pero, en sus mejores momentos, se siente como un personaje de una novela de Muriel Spark: independiente, amante de los libros, inteligente y romántica en secreto.
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