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Los diarios del opio de David Jiménez
Maugham y Bangkok estaban hechos el uno para el otro: la bisexualidad del escritor y la ambigüedad de la capital tailandesa; el afán de vivir sin ser juzgado y un lugar que no juzga; la búsqueda del perfeccionismo y la belleza de la imperfección; la tolerancia, en fin, de un destino que tiene la habilidad de transformarse en lo que el visitante quiera o necesite de él.
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