Los chicos del hambre de David Arnold
Y me sentía así: como una botella de champaña agitada; un volcán enfadado, cansado de que los humanos construyan pequeñas casas sobre mis brazos y piernas como si no existiera, como si no pudiera sacudirlas cuando quisiera. Me sentía lleno de cosas furiosas y también cosas heladas, cosas que burbujeaban, hervían y estallaban, cosas que suplicaban por ser liberadas.
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