Zeitoun de Dave Eggers
Aunque cualquier residente de Nueva Orleans imagina grandes inundaciones, consciente de que son posibles en una ciudad rodeada de agua y diques mal concebidos, la visión, a plena luz del día, superaba todo lo imaginable. Zeitoun solo podía pensar en el Día del Juicio Final, en Noé y los cuarenta días de diluvio. Y, sin embargo, reinaba el silencio, la calma. Nada se movía. Zeitoun se sentó en el tejado y oteó el horizonte en busca de alguna persona, bestia o máquina que se moviera. Nada.
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