El todo de Dave Eggers
Un lugar real, un lugar hermoso. Había estado allí una vez. Se sentó en lo alto casi al ponerse el sol, y contempló el valle mientras lo recorría un haz de luz celestial, despacio, muy despacio, iluminando a cada criatura y cada objeto, uno tras otro, acariciando las rocas y las flores y los ratones y los alces con dedos dorados y melancólicos.
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