Perdido en el tiempo de Daphne du Maurier
No era el mundo que yo había conocido, el que había aprendido a amar y por el cual suspiraba a causa de su cualidad mágica de amor y de odio y por su falta absoluta de monotonía. Era un mundo que semejaba, en su estéril desolación, al más horroroso paisaje del infierno terrenal en el siglo XX
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