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Cuentos de brujas de escritoras victorianas de Daniel de la Rubia Ortí
También fue acusada por Jennet Booth, que entró en su casa y le pidió un poco de leche para su hijo; Margaret accedió afablemente y se la hirvió en una cacerola, pero Jennet se lo agradeció acusándola de brujería, porque en el fondo de la cacerola donde hervía la leche había, según ella, un sapo, o algo muy parecido, qué Margaret cogió con unas tenacillas y sacó fuera de la casa. Ni qué decir tiene que el sapo era un demonio, y Jennet Booth hizo bien en corresponder a un gesto amable y generoso con una calumnia.
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