La chica nueva de Daniel Silva
Los ocupantes de las otras tres se parecían a los manifestantes que habían visto en las calles de París esa mañana. Eran ciudadanos de la otra Francia, esa Francia de la que no se hablaba en las guías de viajes: los explotados, los rezagados, los que carecían de rutilantes títulos otorgados en centros de enseñanza de élite. La globalización y la automatización habían menguado su valor como fuerza de trabajo. Su única alternativa era el sector servicios. Sus homólogos de Gran Bretaña y Estados Unidos ya habían hablado en las urnas.
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