Robinson Crusoe de Daniel Defoe
No, jamás pronunciaba el nombre de Dios a no ser que fuera para jurar o blasfemar.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
No, jamás pronunciaba el nombre de Dios a no ser que fuera para jurar o blasfemar.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
-Este chico sería feliz si se quedara en casa, pero si se marcha, será el más miserable y desgraciado de los hombres.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
[...] me hallaba lejos de los vicios del mundo. No sentía "la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos, ni la soberbia de la vida".
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
[...] toda nuestra felicidad, por lo que no tenemos, proviene de nuestra falta de agradecimiento por lo que tenemos.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
[...] tan sólo me repetía una y otra vez que era un perro desgraciado, nacido para ser siempre miserable.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
[...] no sentía temor de Dios en el peligro, ni le estaba agradecido en la salvación.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
[...] Me parecía que salía de una tumba oscura, que volvía del otro mundo.
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Diario del año de la peste de Daniel Defoe
Pero, como decía, en conjunto el aspecto de las cosas había cambiado mucho, el pesar y la tristeza se pintaban en todos los rostros; y, aunque algunos barrios casi no habían sido afectados por la peste, todo el mundo parecía profundamente inquieto; y, como veíamos que la epidemia progresaba día a día, todos se consideraban a sí mismos y a sus familias en el mayor peligro. Si fuera posible ofrecer una descripción fiel de aquellos tiempos a quienes no los han vivido, y dar al lector una idea exacta del horror que imperaba en todas partes, no dejaría de producir una justificada impresión en sus espíritus y llenarles de pasmo. Bien podría decirse que todo Londres lloraba; cierto que por las calles no se veía ropa de luto, pues nadie, ni aun por sus parientes más próximos, se vestía de negro ni llevaba encima ninguna prenda de las consideradas de luto; pero la voz del dolor se oía por doquier. Los gritos de mujeres y niños en las ventanas y puertas de las casas en donde tal vez sus parientes más próximos estaban agonizando, o acababan de morir, se oían con tanta frecuencia al pasar por las calles que oírlos bastaba para destrozar el más duro de los corazones. En casi todas las casas se veían lágrimas y se oían lamentos, sobre todo en los primeros tiempos de la epidemia, pues hacia el final los corazones de los hombres estaban tan endurecidos y era tal la costumbre de tener la muerte siempre ante los ojos que ni siquiera se preocupaban por la pérdida de sus amigos, esperando que a ellos mismos les llegase su hora de un momento a otro.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
El miedo al peligro es más espantoso que el peligro mismo. Así como la inquietud que provoca un mal remoto es a veces más insoportable que el mismo mal.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
«El miedo al peligro es mil veces más aterrador que el propio peligro, cuando éste se presenta ante nuestros ojos, y entonces descubrimos que la carga de la ansiedad supera con creces el mal que dicha ansiedad nos causa».
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
¡cuántas veces en nuestra vida resulta que el mal que evitamos con el mayor empeño se transforma en la puerta de nuestra liberación!
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
Observé una vez más cuando inoportuno y absurdo es el sentido común de la humanidad, especialmente de la juventud, respecto a la razón que los guía en casos semejantes; es decir que no se sienten avergonzados de cometer el pecado, pero les da vergüenza arrepentirse.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
¡Cuántas veces en nuestra vida resulta que el mal que evitamos con el mayor empeño se transforma en la puerta de nuestra liberación!
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
En una palabra: la naturaleza y la experiencia nos enseñan, después de maduras reflexiones, que las mejores cosas de este mundo son buenas hasta tanto que bastan para nuestro uso, pero pasando de ahí no nos sirven ya para nada.
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Robinson Crusoe de Daniel Defoe
Un día, cerca del mediodía, cuando iba a visitar mi canoa, me sorprendió de una manera extraña el descubrir sobre la arena la reciente huella de un pie descalzo. Me paré de repente, como herido por un rayo o como si hubiese visto alguna aparición. Escuché, dirigí la vista alrededor mío, pero nada vi, no oí nada... |
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Roxana, o la cortesana afortunada de Daniel Defoe
... yo estaba decidida a seguir siendo independiente y le respondí que no conocía ningún matrimonio que no fuese, en el mejor de los casos, un estado de inferioridad, si no de esclavitud; que no tenía intención de caer en él ahora que vivía en total libertad y tenía mi propio dinero; que no veía la relación entre las palabras "honor" y "obediencia" y la libertad de la mujer sin compromisos; que no entendía por qué los hombres se dedicaban por un lado a aumentar la libertad de la raza humana y al mismo tiempo a someter a las mujeres, sea cual sea la disparidad de sus fortunas, a unas leyes del matrimonio elaboradas por ellos mismos; que tenía la desgracia de ser mujer, pero estaba decidida a librarme de los inconvenientes de mi sexo...
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La guerra del fin...