Dale Van Every
Al ser mujer, era una criatura impura cuya mera proximidad resultaba una amenaza constante al estado de pureza que había alcanzado después de tanto ayunar y rezar. La blancura de su piel le provocaba odio y aversión. Sin embargo, cada vez que la miraba, la visión le llenaba de un intenso placer, porque aquella mujer representaba el trofeo más honorable que un guerrero podía presentar a su gente.
|