Ya no pisa la tierra tu rey: 353 de Cristina Sánchez-Andrade
Aprendimos que la riqueza no existe si no es por comparación con la pobreza, que la belleza casa bien con la fealdad y que, en su ambición por las alturas, el abnegado necesita de la admiración del vago. Aprendimos a complementarnos. Aprendimos que el trabajo es necesario, que el aburrimiento del trabajo rutinario y obligatorio no tiene en absoluto que ver con el aburrimiento del que no tiene absolutamente nada que hacer.
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