Las noches en las que el cielo era de color naranja de Cristina Prada
—He querido decir exactamente lo que he dicho —replica adusto, furioso, con la voz endurecida—. Que prefiero estar sólo contigo en una mesa que con cuatro gilipollas más, porque así, en vez de tener que escuchar doscientas tonterías por minuto, sólo tengo que escuchar cincuenta.
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