Las noches en las que el cielo era de color naranja de Cristina Prada
Me despierta un estruendo. Me incorporo de golpe e inmediatamente una luz rojiza que se expande por el cielo al fondo de la ciudad capta toda mi atención. El estruendo se repite y me doy cuenta de que no me han despertado las bombas, sino el ruido de los aviones que las lanzan. El cielo se tiñe de naranja, casi violeta, y es extrañamente intenso, incluso bonito. En este lugar todo es negro y blanco a la vez. Recuerdo a los niños jugando a las damas y la explosión que vino después. Son las dos caras de una moneda que hace milagrosos equilibrios por mantenerse de canto. Me asusta pensar de qué lado caerá. |