Rómpete, corazón de Cristina López Barrio
Todo permanecía en la casa como si no hubiera transcurrido el tiempo, daba escalofríos. Las botitas de la niña, con su nombre de luz, cargadas de musgo en el zaguán, en espera de la lluvia; la taza del desayuno y la ropita del cesto de lavar con su memoria intacta, incluso la sábana arrugada de la noche aciaga que desapareció, se hallaban inmóviles para ahuyentar el olvido
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