La biblioteca prohibida de Connis Dave
De golpe, sentí que sería el día en que el viento finalmente elegiría un color. En que las puertas de la academia, hechas de botellas de Coca-Cola recicladas, no juntarían más huellas dactilares, y los coches que pasaban por el Boulevard Cherokee cantarían canciones en vez de tocar bocinas. Y lo supe: Sería un día precioso. Un año precioso. Que comience el revuelo salvaje, pensé inocentemente para mis adentros. A veces me pregunto: si hubiera citado otra frase en mi mente, ¿mi último año habría sido diferente? Porque, de hecho, un revuelo salvaje fue exactamente lo que comenzó. |