Gypsy de Claudia Velasco
Viendo cómo ponía en marcha el coche, apoyaba el brazo en el respaldo de su asiento para hacer la maniobra de retroceso, casi se ahoga. Olía maravillosamente bien, como a jabón de toda la vida, y no había gesto más sexy en un tío que ese, con los ojazos celestes mirando por la luna trasera y la boca entreabierta… Tragó saliva y fijó la vista al frente contando hasta diez.
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