La hora de la estrella de Clarice Lispector
"Pero Macabea, de un modo general, no se preocupaba de su propio futuro: tenerlo era un lujo. Había oído en Radio Reloj que existían siete mil millones de personas en el mundo. Ella se sentía perdida. Pero con su tendencia a ser feliz, se consoló inmediatamente: había siete mil millones de personas para ayudarla." (Pág.64).
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