La hora de la estrella de Clarice Lispector
"Entonces se defendía de la muerte viviendo menos, gastando poco de su vida para que no se le acabara. Esa economía le daba alguna seguridad, porque el que cae al suelo, de allí no pasa. ¿Tendría la sensación de que vivía para nada? No puedo saberlo, pero creo que no. Solo una vez se hizo una pregunta trágica: ¿quién soy yo? Se asustó tanto que dejó de pensar por completo." (Pág.35).
|