El bosque oscuro de Cixin Liu
Un instante fue suficiente para comprender la verdadera naturaleza de su condición de vallado. Tal y como Say había dicho, era imposible haberlos consultado antes de que su misión les fuese encomendada. Y una vez concedida esa identidad, no se podía renunciar a ella o repudiarla. No por coerción alguna, sino por la pura lógica que venía determinada por la naturaleza misma del proyecto: en cuanto a uno se lo designaba como vallado, se erigía en torno a él una pantalla invisible e impenetrable que lo separaba de la gente normal, y convertía cada una de sus acciones en significativa. A eso hacían referencia las sonrisas dirigidas a los vallados: «¿Cómo vamos a saber si estás trabajando o no en tu plan?».
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