Crimen en Kensington de Christopher St. John Sprigg
Durante un segundo, la multitud quedó muda, paralizada por la sorpresa. Por primera vez vivían en primera persona los horrores sobre los que tanto habían leído en los períodicos y que les había hecho acudir como buitres carroñeros a la escena del crimen. La anciana del sombrero [...] comenzó a soltar carcajadas histéricas salpicadas de grandes sollozos. Otras personas se retiraron a vomitar discreramente sobre el pavimiento.
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