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La librería ambulante de Christopher Morley
Los chicos de la ciudad al menos tienen las bibliotecas, pero aquí en el campo sólo está el almanaque del viejo doctor Hostetter y esas cartas en las que unas señoras reumáticas hablan de lo bien que les funcionó la Peruna. Deles a estos dos chicos suyos unos cuantos buenos libros y los pondrá en el ancho y casi siempre bloqueado camino hacia la felicidad. Ahí tiene Mujercitas, donde su chica podrá aprender mucho más sobre la auténtica juventud de las señoritas y la adecuada feminidad de las mujeres que en todo un año de juegos con muñecas en el desván.
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