Un lord irresponsable de Christine Cross
(…) Se había vuelto un idiota, porque sería capaz de caer de rodillas por una sonrisa suya, porque se le aceleraba el corazón cada vez que encontraba su mirada, porque le seducía la cadencia de su voz y la claridad de su inteligencia. En suma, porque deseaba a su propia esposa.
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