Kim Ji-young, nacida en 1982 de Cho Nam-joo
Todas carecían de experiencia y, por eso, creían que era normal trabajar largas horas sin poder dormir, descansar o comer. Las sofocaba el calor que expulsaban las máquinas tejedoras. Aunque se recogieron las faldas, ya de por si cortas, el sudor les caía por los codos y los muslos. De respirar tanto polvo en la fábrica, muchas sufrían enfermedades pulmonares. Y el miserable salario que cobraban tras trabajar día y noche -solían tomar pastillas para mantenerse despiertas- se destinaba en gran parte de los estudios de sus hermanos varones.
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