Villette de Charlotte Brontë
No era un hombre hecho de arcilla normal, ni de materiales groseros; si los contornos de su naturaleza habían sido trazados con líneas gruesas y vigorosas, su interior mostraba en cambio una delicadeza casi femenina: un refinamiento mucho mayor del que uno podía esperar, del que uno podía creer inherente a él, incluso después de conocerle muchos años.
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