Charles Dickens
—Son los hijos de los hombres —contestó el Espíritu, mirándolos—. Y se acogen a mí para reclamar contra sus padres. Este niño es la Ignorancia. Esta niña es la Miseria. Guardaos de ambos y de toda su descendencia, pero sobre todo del niño, pues en su frente veo escrita la sentencia, hasta que lo escrito sea borrado.
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