La senda del perdedor de Charles Bukowski
Vi como las chicas se ponían de pie de un salto y seguían a Jim al agua. Las oí reír y chillar como idiotas... ¿Qué? No, eran bonitas. No eran como los adultos y los padres. Al menos se reían. Las cosas eran divertidas. No tenían que contenerse. No tenía sentido vivir estructurando las cosas, D. H. Lawrence lo sabía. Necesitamos amor, pero no el tipo de amor que la gente utiliza y es utilizada por él. El viejo D. H. Lawrence había llegado a saber algo. Su compadre Huxley sólo era un intelectual Inquieto, pero cuan maravilloso. Mejor que G. B. D Shaw y su equilibrada mente que profundizaba demasiado en los orígenes, convirtiendo su agudo ingenio en una carga que evitaba que realmente sintiera nada, y su brillantez oral, que desmenuzaba tanto a la mente como a las sensibilidades, sólo producía hastío. Y sin embargo era magnífico leerlos a todos. Mostraban cómo los pensamientos y las palabras podían ser fascinantes, aunque fueran inútiles.
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