Un Jardin En Brujas de Charles Bertin
Por entonces, el más adusto de los calores ya había cedido. La tarde declinaba suavemente encaminándose hacia el crepúsculo. Era la hora en que el zorzal emitía su canto más puro. Llegaban voces desde los jardines vecinos. Pronto las últimas abejas se consumirían en las tibias flamas vespertinas. Creo que jamás he vuelto a ser tan feliz. |