La suerte del enano de César Pérez Gellida
Sara Robles dejó pasar unos segundos para intentar contener eso que se estaba agolpeando en sus sienes. —Asco de mañana, asco de día, asco de semana... ¡Asco de todo! — gruñó entre dientes. |
La suerte del enano de César Pérez Gellida
Sara Robles dejó pasar unos segundos para intentar contener eso que se estaba agolpeando en sus sienes. —Asco de mañana, asco de día, asco de semana... ¡Asco de todo! — gruñó entre dientes. |