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No se qué esperaba de Sylvia pero si se que no era nada parecido a lo que he encontrado. Celso Castro tiene una forma de dar voz a sus personaje que me ha fascinado. Reconozco que su narrativa; la ausencia de mayúsculas, los recurrentes puntos suspensivos, y sus tiempos, me hicieron volver a leer la primera página. Después quedé contagiada por esa ansiedad manifiesta del narrador que parecía obligarme a leer deprisa, muy deprisa. "A veces tengo la sensación de que yo me continuo en lo que me rodea, que me proyecto ¿no te pasa? que... por ejemplo, una noche bajé a riazor, antes de que mi padre se suicidó... una noche de tormenta, y era como si mi malestar se extendiese en aquella bruma espesa, y en la agitación del mar, y en cada relámpago." Más allá del estilo tan personal del autor y la forma tan visceral que tiene de entender las emociones, en sylvia no encontré esa "bellísima historia de amor" que vende la sinopsis. Encontré, en su lugar, una historia de amor tóxica y enfermiza entre un joven obsesivo y violento, con una salud mental que él mismo califica como "ruinosa", y una mujer que, como este, tiene un concepto erróneo de lo que es amar. "Bueno, primero te hablaré de mi estado mental, que en esa época era ruinoso, desolador, no podía dormir por las noche y daba vueltas en la cama y todo era sylvia y sylvia y sylvia. Y entonces me revolvía en mi cabeza buscando alguna escena agradable y no la encontraba y otra vez sylvia ¿no? que me resultaba imposible pensar en otra cosa." Cuando terminé de leer esta novela, tuve la sensación de haber leído más de 119 páginas. Porque la relación entre los protagonistas es tan intensa, tan dura, tan enfermiza, y el ritmo tan trepidante que no entiendes cómo tanto puede caber en tan pocas páginas. Mucha curiosidad por leer más de este autor. + Leer más |