Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Aprendimos a vivir con el otro, supimos entender qué es lo que queremos y lo que nos hace felices y lo que nos damos con gusto contra lo que nos quitamos sin querer. Uno se quita tanto cuando vive en comunidad, se lima tantas partes para embonar con el otro, hasta que decir «te quiero» es un alivio, porque es confirmación de que valió la pena el sacrificio. Te quiero a pesar de lo que hemos perdido, te quiero y aprecio los límites tersos de los que te has hecho para que quepamos en la misma cama.
|