Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Decirme descuidada si soy la que lo cuida desde que se enamoró de mí y se dejó arrastrar a lo único que yo he querido hacer y él hubiera podido evitar: volverse un adulto.
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Calificación promedio: 5 (sobre 16 calificaciones)
/Después de diez años de vivir juntos, María y Emiliano se separan. Pero, ¿qué fue lo que los alejó?, ¿las manías de cada uno?, ¿la falta de deseo?, ¿la cotidianidad? Lupita Dark Angel nos presenta a la mexicana Catalina Aguilar Mastretta con su primera novela "Todos los días son nuestros" (Océano), un libro acerca de las relaciones en pareja. La historia de María es narrada de manera peculiar, lleno de realismo, de empatía y sobre todo para poder identificarse con la protagonista en su historia de amor y desamor. Y este es uno de los LIBROS DE LOS QUE TODO EL MUNDO HABLA.
Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Decirme descuidada si soy la que lo cuida desde que se enamoró de mí y se dejó arrastrar a lo único que yo he querido hacer y él hubiera podido evitar: volverse un adulto.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
(…) porque soy incapaz de dejar de cuidarlo, o de dejar pasar la oportunidad de que me deba un favor.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
—Uno tiene que estar feliz donde puede, si no puede estar feliz donde quiere.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Bueno, ¡para ya! —le digo a La Bestia—. Somos mujeres independientes, no necesitamos a un hombre de referencia para entender nuestro lugar en el mundo.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Vi una película que me salvó de pensar demasiado. El cine siempre salva. Me dormí temprano. Eso es lo que quise hacer con mi libertad. Vivir al límite está sobrevaluado.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
A mí me gusta quedarme con los niños, no porque sea yo muy niñera, sino porque me gusta la idea etérea de ser la tía rara de la infancia de alguien.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
— ¿Cómo estás? —me insiste. Y hay dos maneras de contestar esta pregunta. En una se abren unas compuertas que se nos han ido cerrando durante años, que dicen la verdad con todas sus complejidades, que están dispuestas a arrastrarse, a perder el miedo y la dignidad, a aferrarse a la mano del otro antes de que se salga de la cama irremediablemente: «Este brazo es mío y no te lo llevas aunque esté pegado a tu cuerpo». Esa primera respuesta acepta que todo es horrible y que eso no importa, nos deja listos para volver a lastimarnos cuantos más años nos queden. La segunda manera de contestar cierra las puertas, suelta el brazo, imagina que tiempo después quizá nos encontraremos por la calle y nos diremos: «Nunca dejé de quererte» o más cosas así terribles, pero lejanísimas. Las dos respuestas son igual de ciertas. Pero la primera continúa la batalla. La segunda está exhausta y es la que necesito dar: —Estoy bien —digo. —Okay —dice él. |
Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
(…) lo conozco o, bueno, lo conocí, no sé del presente. No me acuerdo en qué tiempo, pero en uno pasado, era el amor de mi vida, el viejo de mi vejez, el papá de los hijos que no tengo. Era el agua de mi propio aliento, y la memoria que tiene mi piel —entre el cuello y el pecho— lo guardó tan cerca que puede sentir sus dedos recorriéndola.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Es fácil encontrar gente de fiesta, es facilísimo hacer amigos mientras no sean de verdad.
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Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Tuvimos la producción más elegante y la peli más mala. Pero nos la pasamos a todo dar.
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¿Con qué frase empieza esta novela?