Rojo, blanco y sangre azul de Casey Mcquinston
Antes de que aparecieras tú, estaba conforme con dejar que las cosas fueran ocurriéndome. Sinceramente, nunca pensé que mereciera «escoger». —Mueve la mano y le remete un mechón de pelo por detrás de la oreja—. En cambio, tú me tratas como si lo mereciera.
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