Maldito síndrome de Estocolmo de Carmen Sereno
Y entonces se precipita sobre mí de forma inesperada, encerrando entre las manos mis mejillas encendidas como un volcán en erupción, y su boca choca con mi boca, que se abre solícita y se rinde a la supremacía húmeda de su lengua hambrienta y feroz. Yo no lo sabía, pero un beso pueda hacer que el tiempo se detenga. Un beso puede silenciar los pensamientos más oscuros y las palabras más hirientes. Un beso es la cura contra el dolor, porque un beso es el perdón por todos los pecados de la estupidez humana |