Los asesinos del guardián de Carlos Álvarez Parejo
Ahora, le notaba lanzado, como un camión sin frenos, volcado en descubrir quién era el asesino, empeñado en jugar a este juego macabro que cubría los monumentos de cadáveres. Debía ser él, un cafre irresponsable que había jugado con los sentimientos de su mujer y la estabilidad emocional de su hijo durante años, quien pusiera una nota de cordura.
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