Carlos García Miranda
Me duele ver a Dana llorar, como si cada una de las lágrimas que salen por sus ojos de cervatillo derribara una piedra de las murallas que rodean mi interior. Se las limpio con dedos temblorosos y heridos, y le acaricio el rostro cubierto de pecas que forman constelaciones. No importa que esté magullado y sucio, para mí es el más hermoso del mundo. Al contemplarla me imagino cómo sería el mapa que el paso del tiempo dibujaría en su rostro. Ojalá llegara a verlo, ojalá lo dibujáramos juntos. Ojalá no fuéramos a dejar de existir. |