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El dueño de las sombras de Care Santos
Por cierto, avispado lector, permíteme darte un consejo: nunca dejes un libro abierto y sin vigilancia. Ni siquiera una centésima de segundo. Los de mi especie y yo solemos celebrar este tipo de descuidos frotándonos las manos. Un libro abierto y sin vigilancia siempre es una puerta hacia otro mundo. Nos gusta entrar en él y esperar, agazapados entre sus páginas, a que el descuidado lector regrese. Nos gusta observarle leer en silencio, medir el compás de su respiración, aprender las expresiones de su rostro, del modo en que pasa las páginas, del cuidado con que trata el ejemplar. En realidad mientras ellos leen completamente ajenos al mundo, nosotros nos dedicamos en silencio a recolectar información. Todos los datos son pocos. |