Marca de nacimiento de Caragh M. O`Brien
—Leon —le dijo dulcemente—, voy a entrar en esa cárcel y es posible que no vuelva a salir nunca más. Quiero pan. El capitán entrecerró sus amables ojos azules y se lamió el labio inferior. Gaia empezaba a tener problemas para respirar. Al pensar que si Leon se permitiera una sonrisa de vez en cuando sería poco menos que irresistible, sus propios labios empezaron a curvarse hacia arriba, para animarle. Él retrocedió medio paso, cerró los ojos y asintió. Gaia sintió un ramalazo de vergüenza y se puso como un tomate. Había creído, por un segundo había creído que ella le gustaba. Y él, gentilmente, había fingido olvidar, por un segundo, que su cara era medio horrorosa. |