Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela
Quico y el viajero hacen el primer alto, echan un trago, fuman un pitillo y charlan. —Aquí mataron una vez a uno. El viajero piensa que el sitio está bien elegido, realmente es un sitio muy apropiado. —¿Sí? —Sí, señor. Primero le tiraron con postas y después lo dieron lo menos veinte navajazos. —¡Pues lo debieron dejar bueno! —Sí, señor, lo dejaron muerto. El muerto era uno de Sotoca. —¿Y el que lo mató? —Eso no se sabe, ¡cualquiera lo sabe! Un nido de avispas zumba en el hueco de un árbol. —Al muerto le llevaron los cuartos y le cortaron las orejas. —No está mal. —Pues no sé, según cómo se mire. Antes era costumbre, según dicen. —¿Y ahora? —No, yo creo que ahora pasan ya menos cosas. |