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Los gritos del pasado de Camilla Läckberg
Nada era peor que la incertidumbre, ni siquiera la muerte. La gente no podía empezar a procesar su dolor hasta que no sabia cual era el motivo.
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Los gritos del pasado de Camilla Läckberg
La vida le engañaba a uno en cualquier caso, de un modo u otro: era, por así decirlo, el orden natural de las cosas.
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La princesa de hielo de Camilla Läckberg
Era mejor tenerla a su lado, aunque no fuese más que en el sentido puramente físico; pero no perdía la esperanza de que un día llegase a ser del todo suya. Estaba dispuesto a correr el riesgo de no tenerlo todo nunca, a cambio de estar seguro de poseer una parte. Un fragmento de Alex era suficiente. Hasta ese punto la amaba.
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La princesa de hielo de Camilla Läckberg
Lo fascinaba que la voluntad de supervivencia del ser humano fuese tan fuerte, pese a que no había allí rastro de la menor calidad de vida; aun así, uno siempre elegía seguir adelante, día tras día, año tras año.
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La secta de Camilla Läckberg
Cuando estoy contigo tengo la sensación de que tú y yo estamos hechos de átomos de la misma estrella, una estrella tan lejana que quizá los pocos átomos de esa procedencia que ha llegado hasta aquí solo han sido suficientes para construirnos a ti y a mí. Nadie más tiene nuestros átomos.
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La secta de Camilla Läckberg
El también se había infiltrado en su fortaleza. Pero había sido diferente. Ella lo había dejado entrar. La decisión había sido suya y él la había aceptado. Le había permitido ser tal como era.
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La secta de Camilla Läckberg
Creo que la mayoría de las personas son capaces de casi todo. Solo hay que ver en qué punto de su vida se encuentran. No somos seres estáticos. Casi todas nuestras células son sustituidas de forma periódica por otras. Hace apenas tres semanas toda tu epidermis era diferente de la que es hoy. Tu cerebro genera nuevas células cada tres meses. Desde un punto de vista meramente físico no eres la misma persona que hace cinco años, ni la que serás dentro de unos meses. Y ocurre lo mismo con las opiniones, los juicios y las ideas.
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La secta de Camilla Läckberg
A veces se preguntaba si sería posible conocer de verdad a alguien, o si cada uno viviría en su propia burbuja, sin revelar a nadie su verdadero yo.
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La secta de Camilla Läckberg
Caminos hamiltonianos (...). Se trata de un concepto matemático (...). Es una manera de desplazarse entre los puntos de una figura geométrica pasando una sola vez por cada punto. Intento vivir mi vida del mismo modo. Cada vez que nos atormentamos por algo que nos ha sucedido, volvemos a un punto por el que ya hemos pasado de forma totalmente innecesaria. Si hemos de escoger entre revivir el pasado o crear nuevas experiencias, lo más sano es decantarse por lo segundo.
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El mentalista de Camilla Läckberg
Pero una mirada podía ser mucho más íntima que cualquier contacto físico.
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El mentalista de Camilla Läckberg
No necesitaba ver la puerta cerrada para recordar los muros insalvables que se interponían entre las dos. La ausencia era un dolor físico.
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El mentalista de Camilla Läckberg
Con la magia, los problemas desaparecían. El dinero se podía multiplicar. El mundo se transformaba por unos instantes. Todo volvía a ser posible. |
El mentalista de Camilla Läckberg
Siempre le había parecido injusto que el amor no fuera permanente y constante. Nada lo era. Solo el mal tiempo. Y ni siquiera eso, si era cierto lo que decía la maldita Greta Thunberg.
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El mentalista de Camilla Läckberg
A veces se sentía como si hubiera faltado a clase el día en que enseñaron en la escuela las habilidades sociales. Por eso interpretaba el papel del artista mundano siempre que podía. El artista entendía a las personas (...)
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El mentalista de Camilla Läckberg
Sentía mucho amor por su familia, pero le resultaba difícil adaptarse al caos que generaba. A Vincent le gustaba el orden. Las cosas bien estructuradas. Los números pares.
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El mentalista de Camilla Läckberg
Algo que era impar podía volverse par. Lo invadió una agradable sensación de calma. Le gustaba el simbolismo. Lo que era impar e imperfecto tenía la posibilidad de volverse par y uniforme.
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El mentalista de Camilla Läckberg
(...) intentó recordar una época en la que las palabras que intercambiaban no estuvieran cargadas de silenciosos reproches y significados ocultos. No lo consiguió. La vida, la rutina, las discusiones y la desconfianza habían erosionado con callada lentitud lo que alguna vez habían tenido. Pero no era posible determinar el momento exacto en que había sucedido.
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La guerra del fin...