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El hombre de tiza de C. J. Tudor
Las buenas personas no necesitan una religión, porque saben en su fuero interno que hacen lo correcto
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El hombre de tiza de C. J. Tudor
Lo que nos define no son solo nuestros logros, sino nuestras omisiones. No las mentiras; simplemente las verdades que callamos
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El hombre de tiza de C. J. Tudor
Conseguir siempre un premio no es lo mismo que conseguir el premio que quieres
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La otra gente de C. J. Tudor
[…] cuando alguien tiene un alcohólico en la familia, el atractivo de una copa de vino frío disminuye, pues se mezcla con recuerdos de voces destempladas, piezas de vajillas rotas, lágrimas y gritos.
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La otra gente de C. J. Tudor
Los niños eran mucho más tolerantes, pensó. Aceptaban mucho mejor los cambios y a las personas que acababan de conocer.
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La otra gente de C. J. Tudor
Todos tenemos nuestras adicciones, cosas que valoramos más que la vida misma, aunque sabemos que con toda probabilidad acabarán por matarnos.
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La otra gente de C. J. Tudor
Las cosas terribles ocurren, por supuesto, pero siempre a otra gente […].
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La otra gente de C. J. Tudor
Hay muchas cosas que no nos planteamos sobre la muerte, y menos aún sobre una muerte cruenta y violenta. Para empezar, no nos planteamos que pueda ocurrirnos a nosotros, a un conocido, a un ser querido.
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La otra gente de C. J. Tudor
[…] odiaba la Navidad. Cualquiera que haya perdido a un ser querido la odia. La Navidad incrementa tu dolor hasta el nivel once.
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La otra gente de C. J. Tudor
Estar desaparecido no es lo mismo que estar muerto. En cierto modo, es peor.
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La otra gente de C. J. Tudor
Se lo había guardado todo dentro. Había mantenido una fachada serena. Pero nadie puede ceñirse esa camisa de fuerza química durante mucho tiempo sin descubrir que él mismo es su propio carcelero y que solo hay una manera de liberarse.
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La otra gente de C. J. Tudor
Un regalo nunca es sólo un regalo. Unas veces es una disculpa; otras, un gesto de amor. A veces, es un medio de obtener influencia, o un sutil chantaje emocional.
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La otra gente de C. J. Tudor
Al parecer, durante todo el año se realizaban festividades concebidas para evitar que los solitarios se olvidaran de su soledad. Sin hijos, con los ojos iluminados por los destellos y centelleos de los fuegos artificiales. Sin una media naranja a la que abrazar y arrimarse para combatir el frío del otoño.
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La otra gente de C. J. Tudor
Todos tenemos nuestras adicciones, cosas que valoramos más que la vida misma, aunque sabemos que con toda probabilidad acabarán por matarnos.
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La otra gente de C. J. Tudor
Estar desaparecido es como estar en el limbo. La persona se encuentra atrapada en un paraje extraño y sombrío donde la esperanza brilla con luz tenue en el horizonte, y la angustia y la desesperación sobrevuelan en círculos, como buitres.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?