La invención de Hugo Cabret de Brian Selznick
Era su tío Claude. —Recoge tus cosas y mételas en una maleta. Date prisa, sobrino —dijo su tío. El aliento le apestaba a alcohol, como de costumbre. Con una mano se quitó sus pequeños anteojos de montura de alambre mientras con la otra se secaba los ojos inyectados en sangre—. Tu padre ha muerto. Yo soy el único familiar que te queda, así que te acogeré en mi casa. |